Hablar no es simplemente usar palabras distintas que signifiquen algo; hablar es comunicarse, es tratar de decirle al otro lo que se siente, lo que se piensa, lo que se hace.
Da dos pasos hacia atrás, observa y escucha; mira cómo mueve su cuerpo, cómo cambia la expresión de su cara, pero, sobre todo, como te habla. Seguramente, te has preguntado muchas veces ¿por qué cuando me habla, parece ladrarme como un perro enojado?
En ocasiones, una palabra amorosa puede cortar semejante situación; otras veces una mirada, un silencio, una espalda, o una simple llamada de atención, puede hacer que el que nos habla, se dé cuenta de que su discurso está lleno de antipatía, agresión, controversia, enojo, soberbia o revancha.
Las palabras suaves y dulces, traen momentos y reflexiones suaves y dulces.
Las acepciones existen para ampliar el campo de la comunicación. Está bueno por lo menos intentarlo.