¡Te lo dije antes! No, no me lo dijiste; ¡Sí te lo dije, nunca me escuchas cuando te hablo!
Seguramente habrás escuchado, o habrás dicho ésta frase varias veces en tu vida. Lo cierto, desde mi propia mirada, es que, hay tantas realidades como tantos humanos en el planeta. Probablemente eso que creemos haber dicho haya sido cierto, pero el que lo recibió, lo interpretó desde su propia realidad; quizás no lo recuerde o tal vez lo haya entendido de otra manera.
Cuando aceptamos esto, el enojo, la sensación de descontento, la crítica, el deseo de tener razón, el blanco o negro, la sensación de no ser escuchados, entre otras cosas, comienza a desaparecer.
No podemos cambiar las realidades ajenas, sólo las nuestras.
Aceptar lo que otra persona piensa, dice y hace, nos libera del dolor y el sufrimiento personal, nos hace más empáticos y respetuosos.
Hace varios años, en Cusco Perú, exactamente en el Machu Picchu, me detuve a observar cómo dos guías turísticos, explicaban una construcción; ambos decían cosas diferentes acerca de la misma, entonces pensé, ¡¡¡ cómo mienten!!!! Hoy en la distancia puedo entender que, al no haber pruebas escritas, cada guía lo interpretaba según sus creencias y por lo tanto así lo explicaba.
Sugerencia: detente a escuchar y observar. Intenta ponerte en el lugar del otro, de sentir lo que siente, de interpretar como lo interpreta, pero no para darle la razón, sino para dar tus razones sin entrar en discusiones. No estamos obligados a pensar y sentir como otros, pero si a respetar a otros y por sobre todo, a respetarnos a nosotros mismos.