¨Quiero hacer lo que pinte¨, dijo la joven de tan sólo 19 años. ¨Ustedes, los viejos, están llenos de expectativas, que presionan y no permiten ser feliz en el aquí y ahora¨.
Así se presenta, apenas menciona su nombre, pero su cara, su energía, sus movimientos, muestran un gran fastidio.
Le pregunto por qué y para qué quieres probar la Terapia Floral y contesta: vengo obligada por mis padres, pero lo cierto es que no puedo ya con tanta locura social, lo único que quiero es desaparecer del planeta. Ustedes no entienden nada de lo que nos pasa, solo juzgan y no pueden ponerse en nuestro lugar. Están llenos de pre-conceptos y prejuicios; entiendo que han sido educados en otra generación, pero es hora de que nos dejen libres y en paz. Mis viejos me tienen harta preguntándome todo el tiempo, qué pienso hacer con mi vida; lo que ellos no entienden es que lo que quiero con mi vida es vivirla; no puedo pensar tanto en el futuro ni hacer planes a largo plazo.
Me mira profundo, me desafía y me dice: ¿vos sabes lo que te va a pasar en un año o en un mes? Le contesto, bueno, no puedo asegurar lo que me pasará, pero puedo proyectarme y decir lo que me gustaría que me pasara, luego la vida decidirá. Se sonríe sarcásticamente y me dice, no es así, no lo es; ¿alguna vez pensaste que ibas a estar encerrada, sin poder salir, sin ver a tus amigos, sin abrazar a tu familia, sin salir a un bar o discoteca, o sea sin hacer nada, atrapada como si fueras una delincuente con arresto domiciliario?
Esta joven representa a la mayoría de los jóvenes que, por el COVID, se quedaron, casi un año sin socializar.
Para los que somos adultos, y más aún, adultos mayores, un año es mucho tiempo, pero para una chica de 19 años, realmente no lo es; por lo tanto, los padres y las madres, tendremos que dar un paso al costado y acompañar sin presionar, ser más empáticos, menos ansiosos, más libres y más ¨modernos¨ o por lo menos, intentar ayornarnos.