En los últimos meses he escuchado a muchas pacientes y experimentado personalmente el dolor del Silencio.
He llegado a la conclusión que una de las causas de la enfermedad, es el Silencio.
¿Y por qué nos callamos? Bueno por muchas razones; por no herirnos, por no herir a otros, por no quedar expuestos al juicio social, porque la verdad es tan cruda y cruel que preferimos negarla, entre tantas cosas. Y así vamos acumulando en nuestro interior años y años de bronca, desengaño y dolor. Pero a la larga por la voz hablada o por algún órgano del cuerpo la verdad sale a la luz.
Lo ideal es romper el silencio y hablar; si bien la situación es pesada y difícil de afrontar y en el medio explota una bomba donde varios caen heridos, la energía se mueve, fluye y comienza la Sanación interior.
El problema está cuando el Silencio no se rompe y pasa de generación en generación, creando una constelación familiar enferma de mudez.
Todos presienten todo; todos tienen la sensación que hay algo que no funciona bien; todos tienen rechazo hacia algunas personas o situaciones, pero nadie puede entender por qué. Basta con que uno solo hable, para que toda la energía de la familia comience a reacomodarse y a pesar del sufrimiento y el dolor, a Sanar.
Hay una única verdad, la propia, la personal. Tenemos que aprender a defenderla siempre escuchando las verdades de los otros.
Si no quieres que esto siga en tu familia habla, pero habla de una vez.
Tal vez escuches o pienses que no es el momento adecuado, y ¿sabes? Siempre es el momento adecuado, porque todo pasa cuando tiene que pasar, ni antes, ni después.
Animarse es sólo para los y las valientes.
¡Confío en que, luego de leer éste texto, tomes coraje y te animes a Ser valiente!