A orillas del mar Mediterráneo, una tarde de agosto del 2021, tomábamos mate con mi hijo Mauro. Veníamos castigados por la pandemia, algunos inconvenientes familiares y también laborales.
En un silencio extraño, donde algunos pájaros y la bombilla succionada del mate se dejaban oír, girando su mirada para encontrar la mía, él dijo: ¨SOMOS RICOS¨. Ambos sonreímos con cierta complicidad y volvimos a mirar el mar, agradeciendo ese momento mágico.
Hoy, por la mañana muy temprano, tomando mate salí al patio de nuestra casa en Buenos Aires. Algunos pájaros cantaban sobre el árbol de nogal; me acerqué para verlos y en el revoleo de la mirada me encontré con el ciruelo pleno de frutos, debajo de él las frambuesas y al costado derecho el árbol de moras. Traje un plato de la cocina y tomé las que comería en el desayuno. Saqué ésta foto y en ese momento pensé en Italia, en el mar Mediterráneo, en mi hijo Mauro y en las frutas recién cortadas.
Hoy recordé que la nostalgia es pasado puro y que nos quita la posibilidad de estar plenamente en el presente. Que siempre somos ricos estemos donde estemos, valorando y respetando la naturaleza y con ella lo más preciado que tenemos que es la posibilidad de estar vivos.