Hace varios años, una conocida fue a hablar con un sacerdote de ésta ciudad; quería resolver la relación con su hermana menor.
El tema era que, en su afán de ayudarla, la asistía económicamente y la aconsejaba de la mejor manera posible, hasta que un día tuvieron una discusión y su hermana la echó de su casa.
Cuando le contó la situación al sacerdote, quejándose de que su hermana era una desagradecida en todos los sentidos, el sacerdote le pregunto:
¿Su hermana le pidió ayuda?
¨no, pero es mi hermana, no puedo no ayudarla¨,
a lo que el sacerdote le contestó: ¨No se meta, donde no la llamen¨.
Sugerencia:
Ayudemos a las personas según las necesidades de ellas.
Muchas veces lo hacemos por nuestras propias carencias, y hasta manipulamos, avasallamos e invadimos, para sentirnos bien.
Conviene preguntar, pedir permiso antes de accionar, y abrir el corazón a lo que nos pidan.