Con la pandemia y el encierro sentimos algo parecido a un arresto domiciliario. Tenemos que enfrentarnos a nuestras propias sombras y a las ajenas. No podemos escapar, disuadir, negar, mentir, rebuscar, entre otras cosas, de ninguna situación. Perdemos la maravillosa sensación de intimidad y de estar un buen tiempo …