(Dos historias similares que escuché éste año)
Se sentó en el sillón e inmediatamente pidió un pañuelito de papel. Con la cabeza mirando el piso, me contó que había tenido dos matrimonios. En el primero tuvo una hija y a los dos años su marido falleció. Era tanto el dolor, que lo único que quería era morir con él.
Después de tres años conoció a su segundo esposo, con el que se casó y tuvo 3 hijos más. Vivieron juntos 38 años, hasta que el señor falleció.
Hasta ahí solo eran datos relatados y contabilizados al mejor estilo de una empresa consultora de estadísticas, hasta que le pregunté cuál era el tema de su consulta.
Estrujando el pañuelito y llorando, me dijo:
Estuve todos estos años al lado de mi segundo marido, que por cierto me amaba con locura, creyendo que yo aún amaba al primero. El día que lo enterré me di cuenta que con él había pasado 38 años casada y con el otro solo dos; que siempre lo maltraté, lo ignoré, no le di el lugar que le correspondía como padre ni como hombre.
El relato siguió y siguió, pero nos detendremos solo en ésta primera parte.
Nunca es tarde, aun cuando te des cuenta a los 60 años que pasaste casi 40 en una irrealidad.
Hasta en el último minuto de la vida se puede aprender algo.
Cualquier momento es bueno para despertar, pero recuerda, el único mago o maga está dentro tuyo y no en las baritas mágicas de nada ni nadie externo.
Rosaria Verissimo-Terapeuta Floral- Yoga-Psicomagia-Biodescodificación